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jueves, 16 de mayo de 2024

Qué suerte tenerme

Qué difícil es ser una misma.

Sobre todo cuando has crecido en un entorno que te ha repetido cien millones de veces que ser tú estaba mal. Que eras pesada, egoísta, cansina y otros tantos adjetivos que usaban de manera negativa para recordarte que no eras suficiente. Nunca hacías las cosas lo suficientemente bien, nunca te esforzabas como debías, nunca cambiabas lo que había que cambiar.

He sido cariñosa desde muy pequeña, y siempre he sido la pesada de mi familia, la cansina que no dejaba de dar abrazos o querer besos. Tengo fotos de mis primos favoritos hasta las narices de que yo quisiera abrazarles, tengo recuerdos de mi padre diciéndome "déjame en paz ya" o de mi madre con un "que si, que si, quita" y de mi hermana repitiéndome lo pesada que soy. Pesada. Siempre la misma palabra persiguiéndome. Siempre recibiendo sermones porque las cosas me dolían mas de lo que ellos pensaban que tenían que dolerme. Mi madre diciéndome "deja ya de llorar y sé fuerte", como una imposición, como algo que tenía que hacer sí o sí. Miles de veces la frase "¿en serio te vas a poner así por eso?". 

No solo me ha pasado en la infancia y adolescencia. La adultez siguió el mismo camino, aunque ahí ya había aprendido a no ser lo que soy, a aguantarme las ganas de un beso o un abrazo, a reprimir emociones, a ser yo misma solo con gente muy concreta que me había demostrado que me aceptaba tal y como soy.

La terapia me hizo enfrentarme a todas las voces que había en mi cabeza. Nunca olvidaré aquel ejercicio que mi terapeuta hizo conmigo en el que me pidió que me dibujara a mi misma en el sitio que yo quisiera, tal y como me sintiera. Me dibujé en mi cuarto, debajo de la cama. Porque lo que sentía era eso, que vivía escondida y asustada, atrapada. Tras eso me pidió que escribiese a mi alrededor las voces que había, de quienes eran y qué me decían. Recuerdo las muchas voces de personas a las que amaba diciéndome cosas malas de mi misma, recuerdo solo una o dos voces que decían cosas positivas.

Hoy ya no estoy debajo de esa cama. Si tuviera que dibujarme hoy lo haría en un campo de flores, con los brazos extendidos, libre. Porque realmente me siento libre. 

Aún habría voces negativas, aún habría voces diciendo lo pesada que soy, diciendo que siento demasiado las cosas, que soy exagerada, que no soy suficiente. Por suerte esta vez ganarían las voces que me gritan cosas preciosas, en las que incluiría la mía propia.

Pero qué difícil es mantener esa libertad, qué difícil es conseguir que mi mente siga pensando que sí valgo la pena, que quien me quiere jamás me verá pesada, que hay gente que me ama con todo lo que soy. 

Cuánto me curó mi hijo y su forma de ser, tan parecida a la mía, y como me odio cada vez que se me escapa decirle pesado o intenso. 

Cuantísimo agradezco a Dani que nunca me haya rechazado el cariño, que durante quince años y pese a todo lo malo entre nosotros, nunca me haya hecho sentir que soy pesada o que no soy suficiente, que me quiera de manera incondicional. Cómo se lo agradezco a Rocío, a Paula y Joshua. A María y Alec, a Germán. A toda la gente que me ha hecho sentir que ser intensa era una de las razones por las que me querían. A Danil, que me ha hecho ver que no estoy sola y no soy la única adulta intensa y explosiva.

Sigo adaptándome al entorno, he aprendido con quién puedo ser yo y con quién no. Aunque a veces me confío, se me olvida y empiezo a ser demasiado yo con personas a las que en realidad les molesta mi forma de ser, y cuando dejan ver que molesto duele el doble, porque mi niña interior se había relajado demasiado y el golpe ha hecho más daño al no esperarlo. Después de eso toca recomponerse, alzar de nuevo la coraza y reprimir ganas, actos, frases, palabras y sentimientos. Y durante un ratito pegarme un poquito más a la gente con la que puedo ser 100% yo, mi gente vitamina, los que aman por lo que soy y no pese a lo que soy.

Me sigue doliendo una barbaridad cada vez que alguien me dice pesada, cansina o intensa, incluso aunque lo hagan en modo cariñoso o en broma. Hay heridas que no se cierran lo suficiente, y han sido demasiados rechazos a lo largo de mi vida que siguen haciendo sangre. 

Soy fuerte, y quizá esta noche haya tenido pesadillas, y haya escrito esta entrada envuelta en lágrimas y gastando pañuelitos a más no poder, pero también sé que me quiero, que valgo la pena, y que las lágrimas de hoy serán risas otro día con esa gente que me valora y me ama con la misma intensidad con la que amo yo.

Qué suerte tenerles.

Qué suerte tenerme.


Prueba 1 de que tenía a mi primo hasta las narices con los abrazos 😂



Porque es que cuando te vas mi mundo queda ardiendo en llamas, y nunca es tarde para andar detrás, te quiero

viernes, 22 de diciembre de 2023

Despedidas

Nunca podemos escapar de las despedidas. De perder gente que amamos, de que las relaciones cambien, que la vida torne en otro rumbo.

Pero cuánto duele.

Creo que nunca me acostumbraré a las despedidas. Ni siquiera a las elegidas.

He tenido que despedirme de demasiadas cosas en los últimos meses. De un futuro, de opciones, de ideas que tenía muy ancladas en mi cabeza y mi corazón. De personas. He tenido que despedirme de ese tipo de amor que una se esfuerza en creer que todo lo puede... hasta que ve que no. Que hay cosas que no se pueden.

Y ahora estoy aquí, otra vez vulnerable, otra vez cagada de miedo, intentando que algo salga bien, que las cosas sean más sencillas en mi vida, más estables, mas tranquilas.

Pero creo sinceramente que eso es algo imposible para alguien con el tipo de intensidad emocional que yo tengo, para alguien que se entrega al 100%, sin armaduras, sin escudos, en carne viva... y con mucho miedo, pero también con muchas ganas.

Nunca me acostumbraré a las despedidas, y por eso tardo tanto en rendirme, por eso aguanto, lo intento, busco todas las soluciones posibles, todas las opciones, lucho hasta quedarme sin energía, y clavo las uñas para agarrar con fuerza todo lo que creo que merece la pena.

Pero sé cuando retirarme. Sé cuando no merece la pena luchar, y sé cuando decir "basta". Aunque la gente que me quiere crea que tardo demasiado, yo creo que tardo justo lo que necesito, el tiempo exacto que necesito para quedarme tranquila conmigo misma, para sentir que al menos lo intenté, para no quedarme con la sensación de que dejé pasar un tren.

Yo no dejo que la vida pase, yo la vivo. Aunque por el camino me muera del dolor, las decepciones... y las despedidas.

Y, aunque parezca que no, me retiro poco a poco, para siempre dar esa última oportunidad, la última carta.

No voy a quedarme nunca más donde no sea feliz, donde no me sienta completa, donde mis necesidades no estén cubiertas, donde los sentimientos y las acciones no sean recíprocos, donde explique lo que necesito y la respuesta sea el silencio. 

Tengo la suerte de tener la certeza de que jamás estaré sola, de que tengo una familia y unos amigos increíbles, y soy consciente de toda la gente que está ahí para ayudarme a sostenerme si caigo, o si me quedo sin fuerzas.

Odio las despedidas, odio ver que alguien a quien quiero me hace daño, aunque sea sin intención de hacerlo. Y sobre todo odio que no reparen ese dolor, esa herida. Que dejen pasar el tiempo, las cosas y las situaciones sin tener en cuenta mi forma de ser y de sentir, sin aliviarme un poco la carga de emociones.

Pero sobrevivo. siempre sobrevivo.

Incluso a las despedidas más dolorosas.


No te busqué y apareciste
Así de repente
Yo quiero más, tú te resistes
No sabes perderte
Disimularé que me arde la piel
Porque quiero más contigo
No te perseguiré, dependerá de ti
Que quieras algo más conmigo
Y no, no quiero engañarte
Soy como ves
Si quieres yo me sé un camino
Y voy a enamorarte, y debes saber
Que puedes contar conmigo



lunes, 13 de noviembre de 2023

No estoy sola

Hace mucho que no escribo, y creo que hoy que estoy malita y soy una persona bastante inútil en general, es un buen momento.
Lo que pasa es que es de esas veces que quiero escribir, pero no sé bien qué decir, cómo empezar, qué transmitir.

Tengo un millón de pensamientos en la cabeza y todos se enfurruñan y mezclan.

Puedo empezar diciendo que llevo dos semanas tremendamente feliz y en paz, desde aquella conversación a la que tanto miedo le tenía y que, en parte, tanto daño me hizo. Aún hay frases a las que le doy vueltas y que me tienen muerta de miedo y en una nube de inseguridad, pero a la vez, en el día a día, me siento cada vez más tranquila. Más yo. 

Por otra parte, puedo continuar explicando que esta semana ha sido demasiado difícil, que hablar con mi hijo, y sentirme tan sola en ese proceso, ha sido algo mucho más duro de lo que esperaba, y que ahora mismo vivo en un sentimiento de culpabilidad constante. Intento recordarme que tengo derecho a buscar mi propia felicidad, que a la larga mi hijo lo entenderá y será feliz también... pero a veces se me hace muy cuesta arriba.

Puedo seguir hablando de una de las cosas más increíbles que me ha dado mi "nueva vida", y es la hermandad tan inmensa y reforzada con mis niñas, Almu, Paula y Rocío. Sabía que Paula y Rocío estarían siempre ahí, pero descubrir que Almu también, sentirme tan aceptada y apoyada por su parte... simplemente ha sido increíble. Poder tener nuestro grupo, desahogarme, contar con ellas para que me rescaten cuando me hundo, que nos queramos tantísimo y lo demostremos continuamente... soy muy muy afortunada de tenerlas.

Sigo en el camino de amarme, aceptarme, disfrutar de mi misma y mi forma de ser. Sigo en el camino también de endurecerme un poco, e intentar que las cosas que no salen no me afecten tanto, de no rogar ni ir detrás de quien no muestra interés. Sigo en el camino de expresarme y decir lo que siento sin miedo, aunque me sienta vulnerable, aunque quizá, a veces, sea mejor para mí misma callarme.

La experiencia me ha demostrado que soy capaz de aguantar muchísimo, pero que cuando me voy... no soy yo la que pierde. Que soy capaz de pasar página y seguir siendo feliz. 
Y que soy fuerte, sin ninguna duda.

Es cierto que me encantaría que muchas cosas fueran distintas, más fáciles y sencillas, más tranquilas. Y es cierto que a veces es complicado aprender nuevas formas de amar, de cuidar y de sentir. 

Pero merece la pena. Claramente merece la pena. 

El martes pasado mi hermana lo dijo, y tiene razón... no tengo absolutamente nada que ver con la persona que era hace un año o hace seis meses. Estoy mejor, soy más feliz, y da igual cuanto dure eso o por qué razones haya sido, el caso es que voy en el camino que debo ir.

Y no estoy sola. 

lunes, 23 de octubre de 2023

Las mentiras que nos decimos

Vete de donde no seas feliz. Si no te llena, busca otra cosa. Si no te sientes valorada, valórate tu.

Me quiero. He recordado que me quiero. Que me gusta mi intensidad, mi forma de amar y darlo todo, me gusta mi forma de trabajar, de entregarme. Me gusta estar loca y ser descontrolada, me encanta dejarme llevar. Me gusta ser capaz de tomarme con calma las cosas que veo importantes.

El verano terminó, la euforia pasó. Los tiempos cambian y los huecos se llenan. Priorizamos.

Y a veces me siento idiota, si. Porque priorizo a quien no me prioriza, porque pienso en quien no me piensa. Porque busco a quien cree que ya no hace falta esforzarse. Porque doy demasiado en todos los ámbitos de mi vida.

Y no es culpa de nadie, cada persona es distinta, cada persona se expresa de manera diferente, y todas esas expresiones son válidas, solo que no todas son compatibles. Y yo necesito a alguien que me haga sentir querida, deseada, importante, que no me genere dudas... ni aunque esas dudas sean producto de mi imaginación.

Vuelvo a no tener un lugar seguro. Entrar en mi casa es entrar en tierra hostil, donde todo es difícil y complicado. ¿Adónde voy para estar tranquila, para sentir paz?

Me gusta mi capacidad para amar, y también me gusta mi capacidad para levantarme cada vez que caigo, para ser fuerte y seguir, para quedarme siempre con lo bueno. 
Germán casi odia esa manía mía de quedarme con lo bueno, porque está convencido de que si fuera más objetiva o fría no tendría la mitad de las relaciones que tengo, ni aguantaría tanto tiempo al lado de personas que no me aportan las cosas que necesito. Germán es muy cabezón, pero yo lo soy más, y no voy a dejar de quedarme y ensalzar lo bueno, aunque a veces sea poco. 
Cuando me rinda, será porque al menos lo he intentado todo, como siempre.

Y en ese sentido... menos mal que tengo a Danil. No imagináis el pilar que es ahora mismo para mi, cuantísimo me aporta, lo feliz que me hace. La capacidad para hacerme reír que tiene, para que me sienta querida e importante. Nunca pensé que podría volver a encontrar a un amigo así de increíble, y de verdad que creo que soy excesivamente afortunada con las amistades que me han tocado en la vida. ¿Lo he pasado mal? muchísimo, ¿he tenido amistades que me han destrozado? por supuesto. Pero el balance general es absolutamente positivo, y tengo un círculo de apoyo que ya querrían otros.
Y ahora se ha ensanchado, ahora es más grande y cada vez entra más gente. Danil ha entrado por la puerta grande, y sé que es para quedarse, no le pienso dejar escapar.

Llevo varios días (una semana, en realidad) escribiendo esta entrada. La empecé el lunes pasado, al volver de la playa, y he ido añadiendo párrafos según me iba sintiendo en días aleatorios. No lo he hecho queriendo, simplemente ha salido así. No va sobre un solo tema, va sobre muchos. 
Hoy es lunes de nuevo, y me he despertado agotada emocionalmente. Tengo la sensación de que llevo demasiado tiempo sintiendo demasiado, sintiendo en exceso, y mi cuerpo me está gritando que pare, que necesita que me cuiden y que sean otros los que sientan por mi, que me quieran tanto como yo quiero, que me valoren como yo valoro, que me den el cariño que necesito sin tener que rogarlo. Pero al final siempre me quedo con la sensación de que eso es muy complicado, porque yo soy demasiado complicada.

Ayer descubrí una canción que os prometo que se me ha clavado como hacía tiempo que no se me clavaba una canción, y es porque me siento tremendamente identificada con la letra. Os la voy a dejar al final de la entrada, junto a la canción en sí.

Estoy súper cansada de pensar y sentir. Me encantaría tener vacaciones de mí misma, escapar un poco e irme a una isla desierta a estar completamente sola, con libros, material para dibujar y música. Sin nada que ocupe mi cabeza. Solo paz.

Han sido días de tener el autoestima por los suelos, de no sentirme deseada en absoluto, de volver a odiar mi cuerpo y creer que no puedo gustarle a nadie. De venirme abajo. De fustigarme porque no soy suficiente.

Pero quiero pensar que lo soy, quiero pensar que quien me quiera lo hará con todo, que mi cuerpo le parecerá maravilloso, que mis ojos dispares serán los más bonitos del mundo, que no tendré que sentir que no valgo. 

Quiero pensar que terminaré queriéndome tanto que yo misma piense eso.
Os juro que lo intento cada día.
Os juro que lo voy a seguir intentando.




Si alguna vez has discutido sin razón
Si el ego te calla un "perdón", o aún peor, un "te quiero"
Tal vez esta sea tu canción.
Si no te has aceptado, te has vestido de otra cosa
Si la prosa no te llama "Caballero"
Escucha en silencio, que el miedo si puede te ahoga.

Hoy me atrevo a decirte lo mucho que yo he hecho lo mismo
Pero ahora ya puedo mirarme al espejo
Y decido querer su reflejo
No ser la mentira de siempre
Que agrada a la gente y olvida quererse primero.

Me miento.
Me cuesta la vida reconocerlo, pero es lo que hay
Y me miento.
Y digo "No importa", y digo "Perfecto"
Sin titubeos, sonriendo.
Porque en mentirme soy bueno
Tanto que a veces incluso he llegado a engañarme
Y a tomar por ciertos los cuentos que invento.
Mis miedos.
Mi estúpida idea de intentar que me veas como alguien serio y con criterio.
Mis "no pasa nada" "claro que puedo" y toda esa ristra de intentos.
De no molestarte, de verme sereno
De ser como creo que quieres que sea porque no me veo suficiente.

Y hoy me atrevo a decirte que si haces lo mismo que cuentas
Decidas mirarte al espejo y querer su reflejo,
Brindarte respeto.
No ser la mentira de siempre
Que agrada a la gente y olvida quererse primero.

Solo soy esto.
Alguien que intenta hacer lo correcto
Contigo más que conmigo, 
Porque a mi gente la pongo primero.
Me tiro la vida fingiendo que no me importa lo que diga el resto.
Pero me importa, por supuesto.
Yo quiero gustarte y me esfuerzo, 
E intento que tu me veas listo, que me veas guapo
Que me veas fuerte y recto
Y al mismo tiempo voy por la vida haciendo como que no es cierto
Que soy lo que muestro
Que todo está bien ahí dentro
Que los golpes ni los siento
Que no me afectan tus gestos
No es cierto
Me afectan, y creo que es peor, lo prefiero
No quiero vivir en un mundo en el que no me importe gustar a quien quiero
Y si he de mentirme, me miento
Y si he de esforzarme, me esfuerzo
Lo único que me da miedo es el cuánto
Ha de haber un punto medio
Uno en el que ambos ganemos
Donde tu cedes, yo cedo
Pero no porque perdemos
Porque tenemos que hacerlo
Es un modo generoso de mostrar que nos queremos
Pero dentro de los salmos, amiga..

Hoy me atrevo a decirte lo mucho que yo he hecho lo mismo
Pero ahora ya puedo mirarme al espejo contigo,
Ganando en equipo
No pierdo por mucho que ceda
Mi fiel compañera, 
Quisiera que sientas lo mismo.

lunes, 9 de octubre de 2023

¿Qué te hace feliz?

El sábado tuve una conversación con mi madre que me hizo mucho daño. Pero mucho.

Ella no suele estar de acuerdo con mis decisiones, con el rumbo que decido tomar en mi vida, y a veces es complicado hablar con ella porque no es consciente de que sus palabras hacen sangre. Le dije que las decisiones que he tomado en estos meses me hacen feliz, que ahora mismo estoy tranquila, bien. 

Pero ella me dijo que no se lo creía, que no me veía bien de verdad, que no era una felicidad real, que en cualquier momento me daría el bajón, que todo lo que he hecho ha sido por aburrimiento y falta de atención, y que no estoy tan bien como creo. 

Me hizo dudar muchísimo. ¿Y si tiene razón? ¿Y si mi felicidad no es real? ¿Y si esta paz y alivio que siento son solo espejismos?

Acudí a esos que me aman, que me conocen, que han estado conmigo desde el principio en este camino que tanto me está costando. María, mi hermana, Rocío, Germán... cada uno a su manera, me dijeron todos lo mismo. Que mi madre se equivoca. Rocío añadió que, en caso de que tenga razón, ¿qué mas da?, que disfrutase del momento actual y ya más adelante iré afrontando lo que venga. Me pareció buena idea.

María, esa persona que me conoce más que yo misma, que es la más sabia de todas las personas que me rodean y que tanto me lleva ayudando desde que nos conocemos, lleva todo este tiempo diciéndome algo que intento recordar: debo tomar decisiones en base a lo que siento ahora, en lo que está ocurriendo ahora. No pensando en lo que me gustaría que fuera, o en lo que creo que va a pasar o venir más adelante, sino en el aquí y ahora. Me recordó que no debo tomar decisiones en base al miedo, al arrepentimiento o al conformismo, si no en base a la ilusión, la curiosidad, la pasión y la alegría. Me dijo que me merezco tomar mis propias decisiones libremente, y equivocarme, acertar y cambiar el camino todas las veces que quiera. Que no podemos sentirnos de manera distinta si siempre hacemos lo mismo. 

Mi hermana me recordó que cuando eres realmente feliz en tu zona de confort no necesitas salir de ella, y que si decidí hacerlo fue por una razón. Que mi felicidad es lo que importa. Germán me dijo "Irene, ahora estás muchísimo mejor que hace dos meses". Al final se trata de eso, de sentir que lucho por vivir tranquila, por estar feliz cuando puedo, por buscar mi propia paz.

Las dudas siguen envolviéndome cada día, y el miedo a haberme equivocado y acabar arrepintiéndome. Pero tengo que centrarme en lo que me da paz, en lo que me alivia el corazón y me provoca alegría, felicidad.

Por eso he decidido escribir esta entrada, para recordarme lo que me hace feliz, o lo que me acerca a estar feliz, a esa paz que tanto necesito. 

Y esta es mi lista actualmente, de la manera más objetiva posible, analizando mi día a día y el cómo me siento:

  • Me dan paz los abrazos de mi hijo, me hace sentirme bien hablar con él, ver quién es, lo que piensa, cómo se comporta. Me hace sentirme útil cuando me necesita y puedo ayudarle, cuando me pregunta cosas y yo se las explico. Mi hijo me da seguridad y me hace sentirme buena madre, me invade el amor cuando le tengo cerca.
  • Me hace feliz, me divierte y me inunda de alegría hablar y ver a Danil. En serio, es un chute de vitamina solar, me calma el alma cada día y me ilumina la vida.
  • Me da paz hacer puzles, colorear en la tablet, ver médico de familia, leer, escribir y jugar a los sims. Mis hobbies me hacen desconectar, respirar, reiniciarme.
  • Me da una felicidad inmensa estar con Fran, me siento tranquila y feliz cuando estamos juntos, haciendo cualquier plan, ya sea solos o en grupo, y me hace ilusión cuando sé que vamos a vernos, se me expande la alegría por el cuerpo.
  • Me hace increíblemente feliz salir con mis amigos, tanto con el grupo de siempre como con los que he conocido este verano. Me río muchísimo, me siento aceptada y querida, siento que nunca voy a estar sola, que me acompañan pase lo que pase. Me dan paz.
  • Amo hablar con Germán, me provoca todos los sentimientos positivos que podáis imaginar, me devuelve a la vida, me devuelve las ganas, me recuerda todo lo que valgo. Si alguien me da fuerzas, ese es él. Me siento admirada, querida... y todo es mutuo, es la relación más horizontal que tengo y de las que más seguridad y confianza me dan. Le quiero a rabiar, me provoca todo lo bueno del universo.
  • María me da toda la paz que mi vida diaria me quita, me sana el corazón y me alivia las heridas, me recuerda que merezco ser feliz y estar bien, me hace pensar que soy fuerte, pero que tampoco pasa nada si alguna vez no lo soy y no puedo con todo. 
  • Rocío y Joshua me dan ese colchón de seguridad que todos necesitamos cuando nos tiramos a la piscina, cuando vamos a lo loco por la vida y no atendemos a las consecuencias. Están ahí pase lo que pase, son mi seguridad y tranquilidad, son mi familia.
  • Mi sobrino Álvaro me provoca toda la felicidad del mundo, esos "titaaaaa" que me hacen sentir tan querida, tan necesaria, las sonrisas cuando me mira, los abrazos, el amor que emana por cada poro.
  • La playa me da paz. Viajar me hace feliz, me ilusiona y me da vida. Pero la playa sobre todo. Solo pisar la arena me renueva de energías, irme a la orilla y sentir el mar, entrar al agua, salir, el sol... el cuerpo que me deja cuando llego a casa, la sensación de paz que me dura días, las ganas de siempre volver.
  • El sushi me hace feliz, cuando estoy triste pero puedo comer sushi, gran parte de la tristeza se me acaba pasando. Quizá suene a tontería, pero es la verdad. Ojalá tener sushi a mano cada vez que me invade la tristeza.
Si tuviera que decir, a modo rápido, qué necesito actualmente para estar tranquila, tendría muy clara la respuesta. Diría que a mi gente, a todos los que ya he mencionado, a mi hermana, mis sobrinos, mi hijo, mis animales. Diría sushi, playa, puzles, la tablet y Netflix. Diría hacer planes, maquillarme, salir, bailar, jugar a juegos de mesa, cantar en un karaoke, viajar, ir a la playa.
Todo eso ya lo tengo, está en mi día a día y cada semana pienso (a veces con ayuda) nuevas formas de ir haciendo todo lo que me da paz, alegría, felicidad e ilusión. Todo lo que me apasiona, con la gente que actualmente me da energía.

Hace tres meses habría respondido de una manera distinta, habría incluido también otras cosas y otras personas, y estoy segura de que dentro de tres meses la lista volvería a cambiar, y así continuamente. Pero es que así funciona, ¿no?, no puede hacerte feliz siempre lo mismo, el camino nunca es lineal, tiene mil curvas y bifurcaciones, hay mil destinos y muchas metas. Por eso son necesarios los cambios. Vivir sin miedo.

Mi hermana me dice muchas veces que quiere que aprenda a ser feliz sola, sin depender de los demás. Pero creo que no es consciente de que somos seres sociales, y que eso es imposible. Siempre van a afectarme las personas que me rodean, y creo que no es algo que haya que evitar, si no simplemente ser consciente de ello, y rodearte solo de aquellas que te aportan energía, positividad, y también dosis de realidad. Sé que siento demasiado, sé que mi intensidad emocional es complicada de llevar y gestionar, pero también sé que las personas que merecen la pena se quedarán conmigo pese a ello, y que no es necesario que aprenda a estar sola, porque nunca voy a estarlo.

No voy a decir que soy plenamente feliz, creo que eso es imposible e intentarlo una pérdida de tiempo. Hay muchas cosas que actualmente también me generan una profunda tristeza, pero necesito centrarme en las otras para poder sobrevivir, para enfrentar mi día a día.
Y eso no significa que mi felicidad no sea real.
Significa que lo estoy intentando, que no me rindo.

Y pienso seguir así.